sábado, 26 de octubre de 2013

La ley de Educación del Ministro Wert



Supongo que todos estamos de acuerdo en que la educación es la mayor "palanca" de cambio social que existe. Gracias a la educación, a la formación que recibimos, podemos optar a mejores puestos de trabajo, mejor retribuidos o con mejor promoción. Gracias a la educación, las clases sociales más humildes pueden optar a recursos a los que, sin educación/formación, estaban excluidos. La educación/formación nos da recursos para ser más críticos y más libres.
Por poner un ejemplo, durante los años sesenta y setenta, se produjo en España un incremento muy significativo del número de españoles que accedimos a la Universidad. Este incremento de universitario, sin duda, influyo en los acontecimientos históricos que posteriormente acontecieron después de la muerte del dictador (transición hacia la democracia). Las familias estaban dispuesta a realizar cualquier sacrificio económico con tal de que sus hijos fueran a la Universidad. Todos sabían que, "con un título" se podía conseguir mejorar el nivel de vida que hasta el momento disfrutaban. Las clases acomodadas tienen la oportunidad de llevar a sus hijos a centros educativos privados en los que, se supone, reciben una educación de calidad, con tutores especializados, medios tecnológicos, actividades deportivas, extra-escolares, etc. todo ello con cargo al bolsillo de cada familia. Las familias menos pudientes, no pueden sufragar estos gastos y deben llevar a sus hijos a centros educativos del estado, gratuitos.
 El Estado en su función social, debe garantizar la igualdad de oportunidades entre todos los españoles tal como marca la Constitución del 78. Es por ello que la Enseñanza Pública, de la que se encarga el Estado, debe ser gratuita y de calidad. Gratuita para que sea accesible a todo el mundo (pudientes y no pudientes) y de la máxima calidad para que las futuras generaciones tengan las máximas oportunidades y con ellas, el Estado progrese y avance hacia cotas más altas de igualdad y calidad de vida.
Los años ochenta fueron más o menos convulsos pero no afectó negativamente a la Educación, más bien al contrario. El desarrollo de medidas para reconvertir la escuela y la universidad en instituciones democráticas acorde con los tiempos, el movimiento en pro de la integración de los alumnos con discapacidad, movimiento de igualdad por género, etc., produjeron cambios muy significativos en nuestra sociedad. Se aprobaron las LODE en 1985 y la LOPEG en el 1995 sobre la participación social y gobierno de la escuela. Sin embargo, fue la LOGSE de 1990 la que derogo totalmente la ley General de Educación de 1970 (última ley franquista).
La LOGSE fue realmente la primera ley de educación de la democracia. Se aprobó con un gobierno socialista y en ella se intentaba recuperar los principios básicos de la educación pública. Educación Pública como función básica del estado, como herramienta de equiparación de oportunidades entre todos los españoles. La LOGSE permitía la enseñanza privada e incluso la subvencionaba cuando se reconocía que el Estado no tenía recursos para cubrir sus obligaciones en determinadas zonas geográficas. En mi opinión la LOGSE establecía una enseñanza pública, laica, gratuita, sin segregación por género, raza o por otras razones como la discapacidad.
En 2002 con el gobierno de Aznar se promulgo la LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación), en la que se intentaba matizar algunos de los principios de la LOGSE. Es curioso observar, con perspectiva histórica que esta es la primera vez que aparece el término “calidad” en la denominación de la ley. Por ejemplo, una de las grandes diferencias entre la filosofía de una ley y la otra es donde se pone la tilde a la hora de financiar las becas. En el primer caso, se prima que las ayudas garanticen que ningún español con capacidad quede sin la oportunidad de desarrollar su formación. En el segundo la tilde está en el premio, reconocimiento y respaldo a los mejores expedientes (sin tener en cuenta la renta, por ejemplo). Otro ejemplo, es el tratamiento de la diversidad en el aula. Los alumnos con discapacidad están presentes a lo largo de toda la LOGSE, incluso existe un artículo específico para su desarrollo (art. 6.1). Por el contrario, la LOCE solo hace una formulación genérica en los principios de la ley.  La LOCE además, aborda el problema de la inmigración generando un trato desigual entre la población extrajera no regularizada. Sin embargo, medidas para mejorar la calidad de la enseñanza no aparecen referenciadas en ningún artículo de la ley llamada de la Calidad de la Educación.
En 2006 de nuevo con un gobierno socialista se aprobó la LOE, que intento paliar algunos de las medidas aprobadas en la LOCE introduciendo por ejemplo, la no discriminación entre extranjeros y nacionales residentes, la formulación como principio fundamental del tratamiento a la diversidad, o a nivel curricular la introducción de la tan criticada "Educación para la ciudadanía". Por último, este año 2013, se ha aprobado la "LOMCE: Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa” que entre otras medidas permite y puede llegar a financiar a centros educativos cuya filosofía sea segregar a los niños y niñas; Evaluar la asignatura de “Religión”; la introducción de revalidas, entre otras. El denominador común con la LOCE es la introducción en su título del concepto de calidad aunque, posteriormente ningún artículo de la ley en particular, desarrolla medidas para llegar al fin previsto, una enseñanza pública de calidad.
En mi opinión, aunque todas las leyes tienen como principio incrementar la calidad de la enseñanza. ¿Quién se opondría a una ley que intenta mejorar la calidad de la educación en España?. Sin embargo, la realidad es otra, cada vez el sistema educativo está más deteriorado como queda de manifiesto en los sucesivos informes PISA.
En mi opinión, los pilares de una educación de calidad están en los propios agentes que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Una enseñanza de calidad se sustenta en unos enseñantes (maestros, profesores, especialistas, personal auxiliar, etc.) bien formados, bien motivados (retribuidos) y respetados. Debemos conseguir que nuestros maestros pasen de justificar frases como “pasas más hambre que un maestro de escuela” a otras, en las que tenga el mismo prestigio social que un médico o un notario.
Una ley no solo no soluciona el problema de calidad de la enseñanza, incluso puede empeorar la misma. Tantos cambios legislativos producen confusión, desesperación y desmotivación entre el colectivo implicado. Cabe pensar, si no existe alguien que pueda estar interesado en que en España tengamos un sistema educativo mediocre o pésimo. Debemos denunciar que la consecuencia de un sistema educativo mediocre o pésimo, al afectar solo a las clases menos pudientes, generara mano de obra menos cualificada y ciudadanos menos instruidos y por tanto, más manipulables.
Una ley que afecte a todo el sistema educativo público necesita, en mi opinión, de cinco a diez años para implantar e implementarla y por lo menos otro tanto, para ver sus resultados y poder evaluarla. Sin embargo, en menos de quince años ya hemos visto cuatro intentos (LOGSE, LOCE, LOE y LOMCE). Al mismo tiempo, como resultado de la crisis económica actual, hemos visto como el sistema educativo público ha sufrido recortes en su personal y en su presupuesto.
Los principios para conseguir una educación de calidad, son simples. Debemos actuar sobre los agentes que intervienen en el proceso que queremos mejorar. En este proceso, son tres agentes básicos los que intervienen:
a) Los profesionales (maestros, profesores y especialistas), son uno de ellos. El proceso de selección de los mismos, su carrera profesional, una retribución acorde con la responsabilidad que tienen, la valoración de su dedicación, medidas para mejorar su formación a lo largo de toda su vida laboral, medidas anti “burn-out”, reconocimiento social de la figura como figura de autoridad, etc. son algunas de las medidas necesarias para incrementar la calidad de su trabajo.
b) El segundo agente que interviene es el alumno, los estudiantes y sus familias. Aquí se hace necesaria una reflexión de mayor calado ético y moral que acometeré en otra “Entrada de este Blog”. No obstante me refiero a que es necesario que toda la sociedad reconozca que somos iguales. Que si nos esforzamos en nuestro trabajo, será reconocido. Que los puestos de trabajo dignos y bien retribuidos se alcanzan por méritos propios, etc. De forma que podamos inculcar a nuestros hijos que deben esforzarse por aprender. En una sociedad en la que “el pelotazo”, la “evasión de impuestos” o “el enriquecimiento rápido a costa del prójimo”, es aplaudido y valorado como el “éxito social”, mientras que el trabajo honrado, en beneficio de los demás, constante, familiar, es vilipendiado como no productivo o como “de ignorantes y bobos”, el intentar hacer que un hijo se esfuerce por aprender teorema de Pitágoras o la descripción del órgano de Golgi, es una tarea difícil e infructuosa.  
c) El tercer elemento son los contenidos. Este es el punto más fácil de legislar. Cambiamos esta asignatura, hacemos estos exámenes de revalida, etc. pero muchas de las medidas curriculares son inciertas y depende su incorporación casi exclusivamente de la ideología. Poner Religión o hacerle tener valor curricular, el crear los exámenes de revalida, el alargar un año más o menos el bachillerato, etc. no soluciona nada si no se interviene en los otros dos componentes enumerados arriba.

Auguro, que esta ley no mejorara la calidad de la enseñanza del sistema educativo español. Por el contrario, deteriorara más aún si cabe el mismo al derivar los escasos recursos a fines de dudosa rentabilidad como asignaturas claramente ideológicas o controles de calidad (evaluaciones de revalidas) de dudosa eficacia. Una ley que nace en contra de la opinión de una amplia mayoría de la comunidad educativa, nunca será una buena ley. 

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